sábado, 12 de junio de 2010

Mundial Sudáfrica 2010: Argentina 1 Nigeria 0

El fútbol se encarga periódicamente de recordar que todos los partidos son fundamentales y que ninguna victoria alcanza del todo. Porque después de esperar cuatro años para que Argentina volviera a los Mundiales, el día llegó y hubo victoria. Pero siempre hay un paso más que dar. Y tras el 1-0 ante Nigeria con sensaciones ambiguas -por un lado, el buen funcionamiento ofensivo por momentos y Messi mostrando que ahora sí puede ser el del Barcelona; por otro, una defensa con desacoples importantes-, ya aparece a la vista el segundo paso en el que también hay que ganar: el 17, ante una Corea del Sur a la que los números muestran por ahora primera en el grupo B.

Desde muy temprano en el partido, la última línea de Nigeria mostró grietas llamativas para un encuentro de esta categoría. En la primera oportunidad en que se lo propuso seriamente, Messi se les filtró hasta el fondo a los 3 minutos y mandó un pase muy preciso para Higuaín, que definió mal desde el borde del área chica. Los africanos encima sumaron algunos errores al hacer circular la pelota en defensa, y de una de esas jugadas surgió otra clara para Messi, que buscó el ángulo pero encontró la mano de Enyeama. En el corner posterior, se logró la diferencia que Argentina ya mostraba en la cancha. Heinze cabeceó solo en el medio del área con buena dirección y la puso cerca del ángulo para que la Selección gritara su alegría.

El esquema ofensivo propuesto por Maradona desacomodaba a los africanos. Con Tevez por derecha, aunque sin una posición demasiado fija porque bajaba por momentos a jugar en el medio, se abría un buen camino para que Jonás se proyectara. Salvo Di María, muy atado, los de arriba mostraban sintonía fina para presionar la salida de un equipo inseguro y combinar con rapidez en busca del arco.

Y mientras la posibilidad del segundo gol flotaba en el aire, empezaba a surgir cada vez más fuerte la figura del arquero Enyeama. Por ejemplo para taparle un mano a mano clarito a Higuaín -como en el comienzo, poco fino en la definición- y sacar otro tiro de Messi que tenía destino de golazo.

No todo era fiesta: la defensa por momentos sufría. Porque el mismo costado derecho donde nacían muchos de los ataques por momentos era tierra fértil, ante la falta de oficio de Jonás en el sector, para la subida de Taiwo. Por ese lado, justamente, salió a los 27 minutos la primera oportunidad clara para Nigeria. Jonás erró feo el cálculo en el cabezazo y quedó solo Obasi, que remató apenas cruzado. A eso se sumaron algunas salidas desafortunadas de Demichelis, que dejaron agujeros muy grandes.

Argentina volvió a exhibir pronto su peligrosidad en el segundo tiempo. Messi mostró su calidad con un pase preciso a Verón, quien se la devolvió al medio, y el toque final de la Pulga se fue desviado. Pero faltaba el gol que asegurara la victoria, con Nigeria todavía a tiro. La pelota, Jabulani, también jugaba su partido. Buena parte de las imprecisiones, algunas en lugares de riesgo, aceleraban el pulso en las tribunas y en la cancha. Por eso, y por las fisuras en la defensa argentina, no dar el golpe definitivo equivalía a sufrir hasta el final.

Los minutos corrían y los libretos -ataques con buen pie, defensas inseguras- se replicaban de los dos lados. Por un lado, Messi no podía capitalizar un contraataque con clara superioridad numérica, pero del otro la defensa argentina se movía como un limpiaparabrisas y Taiwo -otra vez por el lado derecho de la última línea- con un tiro cruzado estaba a punto de lograr el empate. Sorprendió en ese contexto Maradona al hacer ingresar a Maxi por Verón, cuando la receta parecía mandar el ingreso de alguien con más peso defensivo. Por ejemplo Burdisso, que recién entró cerca del final. El mediocampo no acompañaba bien el repliegue y en un centro atrás Uche estuvo muy cerca de empatar: un golpe que hubiera sido muy fuerte a diez minutos del final.

Sobre el cierre, Argentina eligió por fin cuidarse con la pelota en los pies. Y aunque ninguna receta es garantía total, siempre será lo mejor cuando en la cancha se dispone del talento con el que cuenta la Selección. Ese plus que apareció en el primer partido, pero que necesitará la compañía de la efectividad y la solidez para aspirar a algo grande en el Mundial. No todos los rivales tendrán la misma ingenuidad que el de este sábado en el Ellis Park.

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